"No uséis nunca -les decía- zapatos de goma. Lo que se oye tras una puerta con zapatos de goma pertenece al subsuelo moral, en el que es peligroso e inútil hacer escavaciones. Vivid con prudencia, y cuando vayáis a abrir una puerta, avanzad hacia ella pisando recio y tosiendo poquito."
Luego terminaba con esta melancólica moraleja:
"La perfección no es de esta vida. Por eso la felicidad no tiene más que dos verbos: olvidar y perdonar."
No hay comentarios:
Publicar un comentario